lunes, 9 de abril de 2007

Canción infantil

-El autobús-

Y salió a la mañana siguiente
sin permiso de su resaca imprudente.
Inconsciente, incoherente, indecente.
Sus ojeras delataban
que en la noche sus entrañas se secaron
a través de las pupilas
y las pilas se agotaron.
Y en su mente se agolparon y agolparon…
Se agolparon los peces de colores,
las niñas con sus vestidos de flores,
el amor y su inseparable soledad.
Porque ¿qué más da?,
si mañana ya nada de eso estará.

Y un sol cegador,
imponente coronaba el firmamento,
impidiéndole apartar por un momento
la mirada del asfalto
y de su pequeña sombra tirada,
que ridícula se veía proyectada.
Como privándole hasta de esa compañía
su silueta anclada también le temía.
Pero reía y reía…
Se reía de los peces de colores,
de las niñas con sus vestidos de flores,
del amor y de su inseparable soledad.
Porque ¿qué más da?,
si mañana ya nada de eso estará.

Y esperaba el autobús,
imaginando que era el airbús
con destino a otro planeta,
para surcar como un cometa
el espacio sideral y sentir la libertad
de quien reta gravedad
sin tener que prescindir
del deseo de volar.
Y quería flotar y flotar…
Flotar sobre los peces de colores,
sobre las niñas con sus vestidos de flores,
sobre el amor y sobre su inseparable soledad.
Porque ¿qué más da?,
si mañana ya nada de eso estará.

Y llegó a la última parada,
oyendo cómo el chófer le exclamaba:
“ ¡Bájese, que aquí ya no puede continuar!”.
Y entre gritos de la gente y sonidos de sirena,
se apeó mientras veía cómo yacía
aquél hombre cuyo nombre
le sonaba familiar,
rodeado de... sus peces de colores,
de sus niñas de vestidos de flores,
del amor, pero sin su inseparable…soledad.